(Ilustración: 'Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo' (1862), cuadro de Antonio Gisbert Pérez (réplica en el Museo del Prado).
Mis estáticos paseos matutinos por las avenidas y los callejones de la prensa, nacional y extranjera, me dan pocas alegrías. Es terreno casi intransitable. Mejor ponerse a cuidar las plantas. O se refugia uno en el arte, la pintura, la música o la literatura para buscar contento. Creyendo hablar de política, en realidad, ha acabado uno de crítico teatral. Y eso que las obras estrenadas en las últimas temporadas son de poco fuste. Unas de capa y espada, calderonianas; otras sainetes de corrala o de patio de vecinos, comedias de costumbres o adaptaciones de novelas picarescas. Hasta abunda el teatrillo de guiñol, con sus títeres, sus marionetas, sus brujas y sus tarascas, sus gigantes, demonuelos, bandidos y piratas. Vamos de malos plagios del ‘Médico de su honra’ a 'El mejor alcalde, el rey', de las nuevas adaptaciones de 'La Celestina' a ‘El sí de las niñas’, del ‘Aguacil alguacilado’ a los nuevos episodios de ‘El Pícaro’. Los separatistas están en horas bajas y ya hace que no estrenan ningún auto sacramental ni ninguna mala copia de los 'Sueños de una noche de verano' de Shakespeare. Malos los guionistas; peor el elenco de actores y figurantes, si cabe. Muy de tercera fila, simples malditos vociferando y buscándose la vida, desechos de tienta del oficio para sus marionetas y teatrillos de cachiporra. El único que cumple y da la talla es el apuntador, elemento principal de todas los libretos que se estrenan en la villa y corte y luego se representan en provincias. Un dolor este mundo de la escena. En tiempos se contrataba a la claque para aplaudir mercenariamente desde el gallinero lo escrito para el respetable. Incluso para el público. Hoy ya se escribe directamente para la claque, que llena y acapara las butacas del teatro, mientras la gente normal pasa de largo. Demos gracias por ello.
Aparte de la ciencia, con sus avances y progresos, estos sí sólidos y reales, poco encuentra uno en los papeles y mentideros que le levante el ánimo, salvo algunos artículos serios, de esos que no lee nadie, no sea cosa qué. Ya estamos acostumbrados a que sea la cola la que mueve al perro y a que el apuntador haya salido de su concha y lo veamos sin tapujos pulular soplando los parlamentos en la oreja de todos los actores y actorcillos con frase en la obra. Se consigue así convertir en loros, papagayos y cotorras a los nunca mejor llamados ‘portavoces’, dando por hecho que, más que propia y original, se trata de la voz de su amo, acreditada marca británica de grabaciones discográficas, creada en 1901. Podrían recurrir a sus servicios, grabar en vinilo el argumentario y ya tenían el trabajo de portavocía y prensa sincronizada hecho para toda la legislatura, ahorrando de paso trabajo y vergüenzas a la feligresía recacareadora. No ha sido posible, dado lo voluble de las ideas, planes y principios de los dueños de la voz. Lo grabado no valdría más que para unas pocas horas. Días, si acaso, y saben que cuanto menos quede grabado o escrito, mejor para prestigio y honor del gremio de la dramaturgia gubernamental y opositora.
Pues bien, hay dos noticias que me han levantado hoy el ánimo. Entran ambas dentro del terreno de lo milagroso. La una: los municipios de la Cerdaña, gobernados al cien por cien por munícipes independentistas, han solicitado que no se lleven a la Guardia Civil de sus pueblos. Este insospechado ataque de conocimiento se argumenta con la necesidad de dejar en buenas y fiables manos la seguridad de los vecinos, de sus vidas y haciendas, en un terreno fronterizo, montañoso, dado al trasiego de contrabandos, más de drogas, armas y billetes que de quesos, y a las nuevas formas del bandolerismo. De paso, los guardias del Seprona seguirán cuidando y protegiendo como se debe a osos, abetos y matojos, a los escasos ejemplares del desmán de los Pirineos y a los propios contribuyentes que completan la variadísima fauna local del principado.
La otra noticia es que Castilla-La Mancha, mi región y la del Quijote, la del vino y la del queso, de los llanos y de los montes, de los secanos y de los humedales, de la ironía, la resignación y la retranca, ha dado a luz un nuevo Estatuto de Autonomía. La mayor parte de los vecinos de la comarca no habían tenido siquiera noticia del embarazo, por plácido y silencioso. Nadie lo esperaba, nadie lo pidió y casi nadie se opone, que no sé si es buena cosa, pero, al menos, no montamos trifostios, no pedimos volver al feudalismo, no lloramos ni tomamos como fundacional la derrota de las Comunidades en Villalar en 1521, ni damos golpes de estado de resultas. Hay territorios que se llaman a sí mismos históricos, esos que Dios y los gobiernos desde los romanos trataron con mayor generosidad. Llegan estos llorones mimados a hablar de deudas. Al parecer, aún les debemos algo. Mejor será para ellos que no echemos cuentas y lo dejaremos aquí.
Ha sido un parto sin dolor, sin gritos ni bascas, lo que ya es para general contento. Lo inverosímil del caso, lo que será recordado por romances y cronicones, será la inaudita unanimidad y el total acuerdo entre los dos principales partidos, Psoe y PP, esos que acuden con navaja de Albacete y la boca sin lavar a las sesiones del Congreso. Para su aprobación en el Congreso de los Diputados, cogidos de la mano, intervendrán en su presentación y defensa Page, presidente de la región y mosca cojonera del señor Sánchez, el líder de la oposición, del PP, y la portavoz del grupo socialista. ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
Tras recibir luz verde en el Pleno, la reforma estatutaria continuará con una segunda fase de tramitación a nivel estatal en las Cortes Generales. La unanimidad la rompe el voto en contra de Vox. Ellos sabrán, aunque es posible que tampoco. Otros, esos que tan eufemísticamente dicen estar a la izquierda de la izquierda de la izquierda, pero sin acercarse aún al extremo (que debe de caer por Corea del Norte), no se oponen. No pueden, porque la sabiduría de los rústicos labriegos de La Mancha les negó representación. Gracias a Dios, al sentido común y a la experiencia, desde los Comuneros, que eran los tiempos en que procedía tenerlos, tampoco tenemos separatistas entre los productos de nuestras huertas y majuelos, lo que en parte explica la paz que reina en el lugar, una de las regiones más sosegadas y sensatas de España, y en esta cámara, igualmente poco poblada. Bastan 35 escaños para representar dos o tres opiniones y sobran la mitad, para qué rellenarla de pasivos culiparlantes, pero cobrantes activos, esos que vemos que sobran y bullen en otros establecimientos y negocios similares. Menos ruido y menos gasto. Miel sobre hojuelas, postre de sartén típica del lugar. Y la miel, de los romeros y tomillos de la Alcarria o de los cerros y bosques innúmeros que nos adjudicaron en 1833 (tal vez porque no los quería nadie) cuando se crearon las provincias actuales que, por lo que toca a Albacete, fue seguramente en una borrachera del consejo de ministros.
Page, por parte del PSOE; el presidente del PP en la región, Paco Núñez; y la portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Ana Isabel Abengózar, han sido las personas elegidas por las Cortes regionales para presentar y defender el nuevo Estatuto de Autonomía ante el Congreso de los Diputados. Tomando la frase que Cervantes dedicó a la batalla de Lepanto, podemos decir que se trata de «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros». A ver si aprenden en otros andurriales.
© José Garrido Herráez. Albacete, mayo de 2025.
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