A raíz de las filtraciones de las conversaciones entre el señor presidente y su exmano derecha, el antes todopoderoso ministro Ábalos, uña y carne, según Page, se monta la de dios es cristo. Presidentes autonómicos despreciados, tratados de forma iracunda, chulesca, perdiendo los papeles, (Lambán dixit) tomados por delegados de gobierno, intentando acallar sus críticas por lo civil o por lo criminal en la toma de un partido que un día tuvo un funcionamiento interno democrático, hoy convertido en un club de fans. Pero, al final, todo se acaba sabiendo. Al parecer, ya se ocupa Ábalos de que se sepa, una estrategia personal desesperada para reducir daños en las investigaciones acerca de la corrupción suya y, ¡ay!, ajena, cercana, amplia, ya conocida o por conocer, también según Page. A algunos prendas les gustaba Andorra, a otros Suiza y a otros la República Dominicana. Mucho turista en el gremio. No es raro que los jueces sean hoy su peor problema, su peor enemigo. Siempre lo son de los que se saltan la ley, por amor al poder o al papel moneda.
Hay que seguir la prensa y, sobre todo, las redes sociales, para ver los nervios y el fanatismo desatado de esbirros, feligreses y activistas orgánicos o por libre. Voy guardando opiniones, comentarios, argumentarios, memes, bulos, acusaciones, falsedades y exageraciones de los acólitos más zarrapastrosos, de la casa o del barrio. Y, la verdad, me llegan a sorprender, no me gusta la caca que hace el nene. No diré que están cruzando líneas rojas, porque hay sujetos que nunca las han tenido. Y, lógicamente, con esa campaña de desinformación provocan una crispación desmesurada e improcedente en sus parroquias no poco arrebañadas y entre los más cafres de sus contrarios, sectarios de su misma calaña, de mentalidades paralelas. Hay cosas que nunca deberían haber dicho y tiempo tendrán los extremistas de arrepentirse. En España, como en todos sitios tenemos muchos problemas. Pero el principal, el mas grave, es el de los personajes que deberían ocuparse de solucionarlos y que más miran por su futuro que por el del país. El de sus claques tampoco es problema menor.
Trump dijo que podría disparar a alguien en la Quinta Avenida y le seguirían votando. Otros no lo dicen, pero lo piensan. Y no sin razón.
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