martes, 31 de julio de 2012

Epístola de las penurias que nos aquejan



Epístola sobre las penurias que nos aquejan - 23 de enero 2012

Queridos hermanos.

    Con el ánimo turbado medito en la soledad de mi celda acerca de las penurias que abruman a las escuelas catedralicias y a quienes en ellas, con gran quebranto del cuerpo y del alma, desasnamos a los hijos de algunos de quienes hoy se alegran de nuestros males. Jalean los desafueros que contra nosotros se perpetran, llegando a espolear, con tanta ignorancia como escaso cálculo y razón, a los indignos abades que antes gobernaron o gobiernan ahora la cristiandad para que acrecienten sus desmanes contra nosotros y contra quienes, como nosotros, les proporcionan lo único que del reino reciben a cambio de diezmos, pechas y alcabalas, achacándonos las consecuencias de un derroche irresponsable, de un festín general en el que no hemos tomado parte. Sólo cuando pintan bastos somos recordados, nunca somos llamados a participar de la prosperidad.

   De partes muy sensibles del organismo deben tener sujetos a quienes dicen mandar, cuando se resignan a ser marionetas cuyos hilos manejan, cada vez con menor disimulo de la engañosa industria que les mueve, quienes a tal situación nos condujeron. Principalmente prestamistas, usureros y alarifes, de insaciable avaricia y rapacidad, que se inquietan porque ahora los fieles no tienen dineros con qué pagarles sus deudas. No es rara cosa, cuando todos los ducados y maravedíes del reino ya están en sus arcas. El fin del mundo está cerca, pues hoy se deja el pastor dirigir por el lobo sobre cómo  cuidar y proteger a sus ovejas, intentando así evitar ser comido él mismo. Sacrifica el pastor una tras otra, creyendo poder saciar el hambre de la fiera, sin pensar que de una oveja o de una vaca pueden obtener carne una vez, aunque leche podría dar todos los días, si no se la deja morir de hambre para ahorrar el pienso que come. Debería saber que de tal modo sólo está retrasando su propio final, ya cercano.

    Quejábase amargamente un hermano mientras paseábamos por el claustro, diciendo que antes debieron decirnos que, para ellos, lo que hacemos no es importante, que en demasía se nos pagaba por hacerlo, al menos así sabemos ahora en  qué poca estima se tenía nuestra labor. Unos galones en los hombros vendrán a suplir la autoridad que con tales discursos se nos arrebata, ante el aplauso de quienes ven con buenos ojos que se ofenda y se rebaje el jornal a quienes les sanan, enseñan o protegen, a quienes barren las calles, recogen las mierdas de sus perros o les ayudan a nacer y a morir. Nos queda el consuelo de que sus hijos, con los ojos muy abiertos, van aprendiendo de tales padres lo que es importante de verdad, qué es realmente merecedor de esfuerzo, de aprecio y de reconocimiento. Ellos nos vengarán, hermanos.
POST SCRIPTUM

   Para levantar los decaídos ánimos y recobrar algo de ilusión, envíoos un salmo bailable, primorosamente interpretado por alguna escolanía, cuyo nombre, así como la piadosa orden a que pertenecen sus miembros, en mi ignorancia, desconozco. Haced acopio, hermanos míos, de manuscritos, salmos y piadosas obras antes de que la Inquisición, por una vez con algo de razón, cierre la puerta de bibliotecas y archivos hasta ahora accesibles a estudiosos y amantes de las artes.

El hermano José

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