Que algo no resulte peligroso no significa que sea admisible.
Que no sea penalmente perseguible no equivale a que no merezca otra clase de
condenas y valoraciones. Me refiero a los chats de unos militares retirados en
los que, sin duda envueltos en vapores de ginebra y agazapados en el carácter
privado de sus conversaciones, subiendo los más cafeteros de ellos la puja del más
desaforado de los comentarios anteriores, algunos se van acalorando hasta llegar
a la conclusión de que fusilar a veintiséis millones de españoles dejaría un
país niquelado para los supervivientes. Los que ellos consideran los suyos, los
buenos españoles, los únicos que merecen vivir. Seguramente eliminar a todos aún dejaría un mejor paisaje, que los ríos, cerros y los bosques poco nos iban a echar de menos. Muerto el perro, se acabó la rabia, borrando la vida se acaba con la posibilidad de infección. Si morimos todos, se acabó la pandemia. No deja de ser una solución.
Es difícil, por muchas críticas que uno haya dicho y escrito de este gobierno, (como antes había hecho con los anteriores), que una persona normal cuando dice nosotros se vea del brazo de estos trabucaires. Si algo hubiera de cierto en sus ideas, pues nunca falta en ningunas, sus concluiones los descalifican. La política, en última (o primera) instancia, empieza por evitar que los problemas y las discrepancias se resuelvan a tiros. Llegados a ese punto ya no se habla de política, sino del regreso a un pasado de luchas tribales, de exterminios, de golpes de hacha de sílex en la cabeza del contrario o sospechoso de serlo. Ya no hablamos de ideas predemocráticas sino anteriores a la civilización, superadas por ella. Quien habla así debería ver sustituidas sus medallas por un hueso atravesado en la nariz y acongoja saber que tales aborígenes han tenido mando en plaza y miles de soldados armados a sus órdenes. También muestran su cobardía, hablan hoy, cuando se saben impunes, algo nada original, amparados en su edad y en su retiro, aunque una probable falta de riego no rebaja la gravedad de sus frases, que los más de su quinta razonan y sienten mejor.
Seguramente el
carácter privado de sus excesos y demencias les evite los problemas que acarrearía el haberlas
publicado en otros medios y todo quedará como disparates de tabernarios en
poder de las uvas, que ese es su registro y su nivel, aunque agravado por su
oficio y sus antiguos desempeños. Esa cosecha del ’63 vemos que se echó a perder
en parte, que el exceso de ventilación arruina vinos y caletres, aunque
no es de suponer que de estas uvas concretas pudiera salir nada mejor, pues en el mismo año cada bancal da frutos distintos. Convivían armados de sus
hachas magdalenienses con otros congéneres más evolucionados y mejor armados,
sobre todo mental y moralmente. Incluso puede ser que algunos de estos neandertales
participaran en misiones que honran al mismo ejército que ellos ahora desprestigian.
Afortunadamente no representan ni al ejército ni al país. Al menos ayudan a
saber, si falta hacía, que los que dicen que esos son de los nuestros, no son
de los míos. No es poca cosa, en esta época tan propicia a las crisis de
identidad y al disparate ideológico, donde pululan varias especies que deberían
ya estar extintas por obsoletas e inadaptadas. Cierto es que otros modelos de fósiles andantes
exhiben los plumajes vistosos de los dinosaurios ya en degeneración y quieran
pasar por productos últimos de la evolución.
No haremos aquí un repaso de casos que pudieran compararse
con este, ya hubo y habrá lugar para ello, ni tasaremos gravedades ni viabilidades de otras sugerencias o
amenazas escuchadas, de la idea o deseo de darle gusto al gatillo o a la
guillotina eliminando enemigos ideológicos, que no pocos hemos leído en
banderías opuestas. Nunca cabe disculpa, menos adhesión. Siempre hemos
condenado todas estas canalladas, vengan de rapero, cantante o activista, con
cargo o sin él. En ningún caso, en ninguna circunstancia y en ningún foro
tienen cabida. La libertad de expresión no ampara estos dislates, hablen de
uno, de diez o de millones; quienes en broma o en serio, sobrios o borrachos, envalentonados
por el ambiente o por la compaña, hablan de eliminar a quienes su talante y su
odio les llevan a considerar que están demás, todos ellos merecen la misma
valoración, el desprecio, por ser parte de la misma mierda, esa que ha hecho trágica
nuestra historia en demasiados momentos. Como la de tantos otros pueblos, pues
el pensamiento totalitario, siempre carente de los frenos de la humanidad y de
la capacidad de admitir la discrepancia, habita en muchas cabezas pero siempre
acaba mostrando el mismo rostro.
Aunque como dices quizás no sea el momento, cierto es que en banderias opuestas se han dicho cosas tan graves como mínimo y sin embargo no se mueve tal escándalo, esto a mi sinceramente, me irrita profundamente, porque estando de acuerdo contigo que lo de esos militares retirados es inaceptable se mire como se mire y lo condeno rotundamente, lo cierto y fijo es que " los otros ", provocan y de que manera. Pero claro cuando el remedio mata y nunca mejor dicho, es inaceptable y es más si hubiera algo que se pudiera considerar punible, la justicia podría mediar.En fin lo dicho " Corren malos tiempos para la lírica " Que dijera en los 80 el grupo pop Golpes Bajos.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo.
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