martes, 14 de marzo de 2023

Epístola de las beguinas


 Podrá ser indecisa, etérea e insustancial. No sé, y además ignoro, si podrá sacar del aire cosa con sustancia, conseguir materializar la nada, pura alquimia política. En la búsqueda de la piedra filosofal, intentando convertir en oro materiales innobles o vulgares, al menos partían de algo real, espeso, que no es el caso. Sería un extraño proceso de sublimación inversa, esto es, hacer pasar algo del estado gaseoso al sólido.

Pero Yolanda Díaz será gaseosa, pero no tonta, ambas cosas probadas, de forma que los conoce bien. Que no la acosen ni la acorralen que es capaz de llegar al extremo de plantearse la posibilidad de atreverse por fin a tomar una decisión, sin que sirva de precedente. Hasta podría llegar a no invitar a las beguinas al parto de los montes. Y es un mal enemigo para sus hasta ahora socios peronistas y lacasianos, no menos imaginativos y fantasiosos; una cuña de la misma o parecida madera, aunque más dura y curada, las que más daño hacen. Y tiene (o aparenta tener) lo que a sus enemigos y hasta ahora cofrades les falta: un talante menos eclesiástico y unos ocasionales ramalazos de sentido común que la hacen tan incompatible como insoportable para esos orates, unos interesados y desleales compañeros que la apuñalarán en cuanto puedan. Van mostrando ya las facas, sólo frenados, hasta ahora, porque Podemos no puede pinchar su salvavidas. La necesitan ellos mucho más que ella a lo que queda del invento: los restos mortales de unos ilusos asaltantes de cielos que no salen de la furia, el despropósito y la táctica de inmatriculación de causas de las que vivir y con las que medrar, que van desguazando y dejando hechas unos zorros, como todo lo que tocan. Lo llevan en la sangre. En qué estaría pensando el cardenal Iglesias cuando se le torció lo de ser papa y la nombró sucesora en lugar de su santa, pasando de sínodos y concilios, tan de su gusto. No ha conseguido la cuadratura de los círculos, pero sí su laminación.

¿Dónde irás que más valgas? Aún peor, donde valgas algo. Se dirimen muchos puestos y cargos, de esos de entre 60 y 110.000 eurillos al año por intentar imponer ocurrencias y desabarrar desde secretarías de estado o ministerios, el algodonoso modus vivendi alcanzado por la amplia pandilla. Ya no les queda otra cosa que defender y disputarán las canonjías con uñas y dientes. No es cuestión de que se resigne al paro (que trabajar es lo último, posibilidad que ni se les ha pasado nunca por la cabeza) toda esa curia ensimismada y nociva, desde la papisa Irene al cardenal primado Iglesias.

No, Yolanda Díaz tendrá, como todo quisque, sus limites, sus carencias y sus mochilas (le cuesta tomar decisiones y hacer algo casi tanto como a Rajoy), pero sabe que para Sumar hay que prescindir de los que ya sólo restan. Nos queda el divertimento de ir viendo reposicionarse a los hooligans que hasta ahora eran defensores indiscriminados de un totum revolutum, de un amasijo coral destemplado, forofos unánimes que tendrán que decantarse y desdecirse de gran parte de lo dicho, empezando a ver malos, perversos y hasta fachas, donde hasta ahora todos, cada uno y cada una, eran los más mejores. Y toda la tropa de cazafantasmas, sólo unida en intentar como último recurso resucitar al PP-PSOE, centrada en procurar destruirse mutuamente, labor en la que les deseamos el mayor de los éxitos.

Abundan los que agradecerán eternamente a Ayuso, aliada con la desmesurada ambición y la infundada autoestima de Iglesias, el haber librado a la política nacional de tal personaje, engreído y nefasto, ahora dedicado a la farándula tertuliana en las empresas mediáticas de Roures, otro vándalo. Con Yolanda puede pasar igual. Propios y extraños la aplaudirían si cosecha un éxito similar y nos libra de las beguinas de Desigualdad y de toda esa parroquia desquiciada de catequistas morbosas.

Hacen falta más gestores y menos frailes predicadores, apocalípticos y desintegrados, acogidos a sagrado en los conventos de la democracia, una fe en la que no creen y cuyos ritos desprecian. 

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