La conversión de San Pablo. Caravaggio |
Gentes de IU y del PSOE, entre otros, crean una plataforma a la que llaman "El Jacobino" para propiciar el nacimiento de una izquierda contundentemente antinacionalista, algo que inexplicablemente nunca hemos tenido. Bien. Nunca es tarde, si la dicha es buena. También cuadra otro refrán: a buenas horas, mangas verdes. No sé yo, y además ignoro, si esto es táctica o caída del caballo. O del guindo. En realidad vendrían a reconocer (y mira que les ha costado) la necesidad de promover una verdadera izquierda, algo esencialmente incompatible con los nacionalismos excluyentes a los que vienen decenios dando palmas. Lo malo es que habiendo dejado esa bandera, como tantas otras, en manos de un enemigo al que ya no pueden vencer sin los apoyos precisamente de los nacionalistas y separatistas, tienen que reelaborar un discurso y un relato ya muy enraizado en ellos y con el que han evangelizado a su peña. Es duro renunciar a Satanás si Satanás es precisamente quien te mantiene en el poder. A todos les pasa, cada uno depende de un socio inconveniente. O de varios. Tanto como difícil resulta que alguien entienda algo si su sueldo depende de no entenderlo. Ahora ven ese error, esa laguna, pero tienen difícil dejar esas garambainas identitarias en que llevan entretenidos tantos años y que tanto falso lustre proporcionan entre los llamados progresistas. Les van a llamar fachas. Encima han leído a Félix Ovejero y parece ser que algunos se han dado cuenta de que lleva razón. Por otra parte, están acostumbrados a apoyar incondicionalmente lo que diga el aparato. Incluso a creérselo. Veremos si estos de IU consiguen influir para corregir esa deriva reaccionaria a la que siempre alude Ovejero.
No creo que pase la cosa de poner una vela a Dios y otra al demonio, puro florentinismo, un intento tardío de lavar la cara, bastante sucia, pero con poco que prospere, siempre será mejor que esa falsa equidistancia que les lleva a abrazar a los levantiscos periféricos, infamia que tanto rechazos provoca. Incluso entre sus filas, que en ellas aún hay quien piensa y lee, no sólo dice amén, aunque los críticos se puedan contar con los dedos de una oreja. Suelen hablar de "equidistancia" (de la mala) los que, no encontrando nada peor que decir de gentes más razonables que ellos, les vienen llamando equidistantes. Con un par.
En todo caso, sería curioso ver y escuchar a muchos de estos decir ahora lo contrario de lo que vienen aplaudiendo desde siempre. No tendrán problemas. Es su costumbre. Lo que diga el amado líder, o el comité. Pero sería un disfrute y una risión. Algo se mueve en la dirección adecuada.
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