jueves, 8 de diciembre de 2022

Epístola de la malversació

Todos los partidos, salvo los que aún no han tenido ni poder ni tiempo suficiente, han acabado enmerdados por una corrupción endémica en la eterna rebusca de fondos para sufragar sus gastos de campañas, de funcionamiento o de abonado de los bancales electorales. Y algo para el que reparte. La prevaricación, la malversación, la mordida, la comisión a cambio de adjudicación de obra pública, han acabado siendo una parte relevante de sus fuentes de financiación. Los casos Filesa, el famoso 3% de Convergencia y sus herederos y epígonos con pseudónimo, el caso Gürtel (punta de un iceberg que en algunas regiones llegó a ser el modus vivendi), el escandaloso y desmesurado caso de los EREs andaluces, forman parte de una lista mucho mayor, pues estos pocos pero aparatosos ejemplos de comportamiento mafioso han ido difuminando otros cientos o miles de delitos más pequeños y locales. Al PP, en la sentencia sobre un caso menor comparado con los anteriores, ocurrido en un ayuntamiento madrileño, se le acristianó como organización criminal, lo que es usado como inútil argumento para pretender que los demás robos y partidos no lo fueron. El manido y reconfortante y tu más y el pues anda que tú.

El mismo Partido Popular —cosa que le honra como otras lo deshonran— agravó la figura de malversación en su reforma del código penal en 2015 quitando en la valoración de ese delito el artero distingo de si el dinero malversado acabó, todo o en parte, en los bolsillos del malversador o de un tercero, o si tenía un fin que ahora se quiere hacer ver como más honroso y perdonable. Esto es, reducir penas e inhabilitaciones siempre que se robe con el benemérito objetivo de financiar al partido, a apesebrar o sobornar votantes, financiar un golpe de estado posmoderno o a crear organismos semiclandestinos al servicio exclusivo de una facción, inútiles o redundantes, donde bullan conspicuos conspiradores que trabajen en la oscuridad para crear un estado paralelo e ilegal. Parasitar un presupuesto público que se pone al servicio exclusivo del partido que gobierna y lo administra, a menudo fuera de la ley, sólo en beneficio de sus partidarios y de sus delirios. Si se roba para fines tan nobles y altruistas, la cosa cambia. Dónde va a parar. Es por el bien de la causa, del partido, en definitiva y en último término, del pueblo —tontos, que es por vuestro bien— y obligados por su inequívoco mandato, sin maldad se resignan a meter la mano en la caja.

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—Reconoce que nos hacen decir unas cosas… No sé yo, no sé yo. A mí, la verdad, es que ya me va empezando a dar algo de vergüenza defender algunas de ellas, que todo esto queda grabado y uno nunca sabe qué tendrá que acabar defendiendo y justificando. Cuando los demás sigan nuestro ejemplo, nos va a dar la risa tonta al reprochárselo. Y la gente es muy crédula, pero todo tiene unos límites. Algunas noches cenando, hasta en mi casa me miran raro, y algunos conocidos me escrutan de reojo, o se cruzan a la otra acera al verme venir. Cuando la moción de censura de Sánchez íbamos diciendo que era por la corrupción del PP. Y muchos hasta se lo creyeron. Ahora toca defender lo contrario, a entrar en matices y excusas de mal pagador, y empujar a la parroquia a aplaudir casi lo mismo que entonces le hicimos abuchear. La verdad es que lo mismo no, peor; porque estas malversaciones que ahora casi santificamos fueron cometidas para financiar un golpe de estado, palaciego si, posmoderno, también. Pero golpe. Oye, que ya me va dando cosa escucharme y verme interpretar este papelón.

—Joder, que pareces el Page o Lambán. Ya no te digo Guerra o Leguina. No te reconcomas. Y debe de ser una sensación nueva para ti eso de la vergüenza y el reparo, si mal no te conozco. Te creía más jesuítico. Tú acuérdate de Arzalluz. O de esos que decían que siempre se preguntaban entre lágrimas qué hubiera hecho el Chávez. Tú como el Maduro, lo que diga el pajarraco. De todas formas, son cosas del oficio, muy duro y sacrificado, a menudo incomprendido.

—Una medalla nos tenían que dar, oye, no el baldón de una condena como vulgares ladrones —dice otro de la mesa de negociación, análisis y estrategia, recolocándose la barretina. Y encima inhabilitarnos y echarnos del convite —añade. Que somos ladrones, es cosa que queda fuera de toda discusión, para qué vamos a engañarnos. Ahora bien, no nos humillemos a nosotros mismos comparando los nuestros con los delitos comunes. Todos somos del gremio, por el amor de Dios, políticos, y perro no muerde a perro. Es más, nen, mira lo que te digo: o me reformas esto de la malversación ahora mismo, y de perdidos al río, o te va a votar tu santa madre. Lo de la sedición tampoco te ha dolido tanto, al entrar con la vaselina de nuestros votos, y la gente está en otras cosas, gracias a Dios. 

—Bueno, quillo, no te pongas así, que ya ves que nos vamos ocupando de ello. Hacemos lo que podemos, que dijo Rajoy. El asunto es tener distraido al respetable. ¿Qué te voy a contar? Tenemos una carpeta llena de episodios, cuentos y chascarrillos para que, llegado el momento, entren al trapo y se encandilen. Casos gravísimos de chistes de machistas, si es menester resucitamos algunos franquistas, del siglo pasado o del XV, que ya mostraban aguiluchos, yugos y flechas; episodios de periodistas y presentadores desafectos, del monstruo del lago Ness y, en caso desesperado, le encargamos otra ley a Irene o a Belarra y, con el inevitable pifostio, tenemos a la prensa, las redes y el personal absortos y a la greña dos o tres meses. De que se den cuenta estamos acantonados. Con las otras leyes ha funcionado de puta madre, tito. 

—El caso es que, volviendo al tema, colegas, he llegado a pensar, no creáis, que cuando se cruza la línea, aunque sea con buena fin, ya la has jodido. Siempre aparece el ladrón que roba al ladrón, el sinvergüenza que supera al jefe, el encargado de la caja b que, viendo pasar las bolsas de billetes por delante de la jeta, se engolosina y acaba quedándose con la parte del león. Y aquí el partido poniendo la cara y cargando con la mala fama y con los juicios. ¡Cuánta ingratitud!
—Además, ¿cómo va a ser lo mismo robar para un partido de derechas que para uno 'progresista'? Y, si se es separatista qué te voy a contar. Unos santos. A ver cómo nos las arreglamos para salvar al Griñán y no al Bárcenas, sí a Pujol, a Junqueras y sus secuaces y no al bigotes.
—Hay que hilar fino, tío.
—Pues se busca un jurista experto, un sofista, un leguleyo mercenario más retorcido que escrupuloso y, si le sale bien el encaje de bolillos y cuela, lo metemos en el Supremo o en el Constitucional. De paso, en su momento, se ocuparía de dar por bueno lo que ahora vayamos hilvanando con su ayuda. No se va a llevar la contra a sí mismo.
—Ya tenemos allí unos cuantos de esos, es verdad. Hay que tener más que los otros, que todo sea por la independencia del poder judicial.

—Otra opción, si la cosa se pone chunga y no salen las cuentas, es no meterse en distingos y otrosís y salvar a toda la cofradía de Monipodio, a los nuestros y a los ajenos.
—Sí, así se aprueba el esperpento por unanimidad, por estas que son cruces. ¿Pero, la gente qué va a decir?
—Mira, alma de cántaro: La gente no dice esta boca es mía. Ya lo ves. Y al coro ya lo tenemos ensayando las nuevas funciones, los violines y el guitarrón afinados y los trajes de charro en el tinte. Les salen las rancheras de nácar, con sus suduases y lalalarises bien compactos y afinados. Y, a la gente que le den, que nos van las habichuelas en ello.
—Que le sigan dando, querrás decir.
—Pues eso.

—Pero no te confíes, que nos han eliminado del Mundial de fútbol antes de lo previsto sin habernos dado lugar a cortarle las uñas a la malversación y ya hay quien ha tenido tiempo de leer las noticias en algún periódico de la caverna, o se equivoca buscando canal y acaba viéndonos en el Parlamento zurciendo leyes, que es un espectáculo poco edificante. El volcán no lleva trazas de reavivarse, pero igual, Dios lo quiera, nos cae otra filomena, nos salva un terremoto o acude en nuestro socorro una nube de langosta, no hay que perder la esperanza. Igual a algún gilipollas se le ocurre enviar sobres con lenguas de gato, dan un golpe de Estado en Alemania o el Putin tira alguna bomba atómica en Ucrania. Dios dirá. Ya ocurrirá algo de estruendo y aparato. Y si no, ya se nos ocurrirá a nosotros. Porque como le dejemos al personal tiempo para pensar y considerar la situación y estas reformas, estamos perdidos. Siempre nos quedará la Ayuso.

—A la Ayuso mejor dejadla, ni me la mientes. Lagarto, lagarto. Seguid con lo de la sanidad y eso; sólo la de Madrid, claro está. De darle, ni agua, pero no os confiéis. No encontramos quien quiera presentarse contra ella, salvo algún tercerón desesperado. Mira los pelos que se dejó Iglesias en la gatera, que parece otro. Un gallo desplumao, un águila matá a cañazos. Un Sansón que ha quedado para vestir santos zurdos entre las ruinas de su templo hundido. A vender crecepelos ideológicos a sueldo del Roures. Ahora están bordando el manto de Santa Cristina, y no sé si se atreverán a beatificar al peruano del gorro.
—Si ese peazo Bolivar temblón ha dado un golpe de estado, aunque sea a sí mismo, es que es de derechas, a mí que no me jodan. O será que lo acosaba la justicia fascista.
—Sí. Eso debe ser. Una de dos.
—Por cierto, lo del Castillo este, eso de suspender la Constitución y pasarse las leyes por el arco de triunfo para hacer otras a su gusto no deja de ser lo mismo que  lo del Puigdemont y su banda de frenopáticos. No ha habido tampoco ni un tiro, pero lo van a acusar de traición, rebelión, golpe de estado...
—Es que ellos no tienen que fingir que armonizan sus leyes con las peores de los demás. A la media hora, en la cárcel y creo que va a estar allí algunas horas más. Dicen que le piden veinte años a la sombra.
—A mí, lo que más me ha gustado es que el Parlamento lo ha destituido por «manifiesta incapacidad moral». Me gusta esa figura. Oye, y ahora que estamos de reformas penales ¿podríamos poner eso en el código?
—¿Tú, es que eres gilipollas?

—Lo que más me preocupa es que al jefe se le ha ido la mano y, si es que juntamos despojos bastantes para recoser otro Frankenstein, no va a dejar nada que darles ni venderles para la próxima legislatura. Nos queda lo del referéndum o resucitar la parte anticonstitucional del Estatut para negociar la investidura. Ya hemos endosado al Constitucional la jueza del partido que fue quién lo asesoró. Siempre podríamos transferirles el Museo del Prado. Luego ya habrá que pagarles los votos en metálico.
—O darles Castellón 
y desviar para allá el Ebro el Tajo-Segura y luego les compramos el agua
—Pero cuatro años son muchos años, muchas leyes, muchos decretos, muchos apaciguamientos y la teta no da para más.
—Machista.
—Si podemos seguir convenciendo a la gente de que la oposición aún es peor que nosotros, si cabe, salimos para España.
—Facha.
—El caso es que sigamos gobernando y que no falte santa nómina bendita, aunque tengamos que ver al jefe como Cristo, entre dos ladrones.
—Lo malo es que con dos no hay bastante.
—Bueno, pero hay muchos más. Será por delincuentes. El poder une mucho y Dios aprieta, pero no suelta.

—Amén.

 


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