viernes, 20 de noviembre de 2020

Epístola de la educación subóptima

Con Gabilondo se perdió tal vez la única ocasión en la que se estuvo a punto de acordar una ley de educación consensuada, que en eso hubiera sido la primera. Esta nueva ley nace muerta, como difunta vino al mundo la de Wert. Ahora impongo yo, que ya te tocará a ti. El proyecto, la ambición, la idea única que las trae el mundo es derogar la ley anterior, incorporar meaditas para marcar como lobos los lindes ideológicos del terreno donde se educan los españoles. Mala cosa es que precisamente regular la educación esté en manos de muchos que ni la tienen ni la conocen, con lo que en la tramitación de las sucesivas reformas se habla casi de todo, menos de educación. Cada partido hace de su capa un sayo, impone, compra, vende, y publica en el BOE un texto que ya incorpora la necesidad de ser modificado en cuanto el gobierno de turno cambie. Leyes perpetradas con los días contados, ocho en cuarenta años, todo lo contrario de lo que la educación necesita, que es estabilidad, sosiego, recursos, (¿Ubi est la memoria económica?) y lo que le sobra son injerencias de banderías políticas.

 Pocos cambios. Los hay positivos; otros dudosos por inoportunos o innecesarios, no pocos irrelevantes y algunos otros indefendibles. Con seguridad lo más grave, rozando lo criminal, es vender el idioma común y degradarlo a lengua extranjera dentro de parte del territorio nacional. El resto, la mayor parte, sigue igual. Es decir, mal. La lengua castellana se sacrifica para ganar unos pocos votos y, no menos, para evitar recibir otros, gracias a Iglesias, mamporrero de esta demolición gradual de lo común. 

 Pierden los alumnos con necesidades educativas especiales y agoniza el castellano en algunas comunidades. También la educación concertada, aunque ya veremos. Falta leer la ley completa, que el proyecto, quitando los habituales brindis al sol y declaraciones altisonantes de estos textos, siempre reconfortantes para incautos, es endeble e inacabado. Dejadme los reglamentos, que decía aquel. Luego, los docentes, como siempre, volverán a verse enredados en su eterno tejer y destejer el bordado de Penélope, un premonitorio sudario para el rey Laertes, padre de Odiseo.

 No sería de extrañar que, también como se acostumbra, algún orate intente dejar su huella en terminologías y eufemismos, burocracias y protocolos, renombrando una vez más cosas que no conocen y que poco cambian, salvo para enredar, la actividad de una ley a otra en las aulas. A Dios gracias. Y a los docentes que, tras sobrevivir a pie de obra a docenas de ministros y al acostumbrado ping-pong legislativo, se pasan por el forro hasta donde pueden, que no es poco, gran parte de lo dispuesto en las reformas, haciéndolas así digeribles, al menos no tan nocivas como de los despachos salieron. Dado que nadie le pregunta nunca a los docentes qué les aconseja su experiencia acerca de estos temas, nunca se han sentido demasiado interesados ni concernidos por debates y medidas tan alejadas de su quehacer diario. Al contrario, viendo su ámbito y su quehacer tomado al asalto en las batallitas de los partidos, más rechazo que adhesión cosechan unos y otros entre el gremio, pues ambos acaban siendo el enemigo. Fuego amigo, en el mejor de los casos, como ya escribía aquí hace pocos años acerca de la ley Wert. Fue otro parto o aborto legislativo y, si alguna duda dejaba, los recortes en educación, agravados por la señora De Cospedal, muchos de ellos aún no revertidos por cierto, me espolearon a jubilarme echando leches. Con Dios.

La Lomloe, que parece apócope de niña pija, pues ya hay que rebuscar para bautizar leyes de educación en España, se llama nada más y nada menos que Ley Orgánica de Modificación de Ley Orgánica de Educación. La siguiente se llamará Ley Orgánica para Modificar la Modificación de la Ley Orgánica de Educación. LOMOMOLOE, o algo así. No sé dónde leí este epitafio que viene al pelo:

 Aquí jaz o mui illustre
Senhor João Mozinho Souza
Carvalho Silva de Andrada...
Sobra nombre o falta losa.

4 comentarios:

  1. ¿Que con mi comentario busco publicidad o algo parecido? No, no la necesito, hace tiempo que la historia pasó por mi puerta. Pero pueda ser que usted (o ustedes) no tengan una clara idea para definir a un político. Azulones o coloraos, que tanto monta. Fray Garrido no tiene ni un pelo de tonto, ni de ignorante, ni de inculto... Entren y busquen en www.laretaguardia.com. Excelente artículo el suyo, al de Fray Garrido me refiero. Carpe diem. Amen.

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    1. Gracias, Daniel. He leído algunos de tus artículos en la Retaguardia. No hay maneara de dejar un comentario. Me pide la contraseña de mi correo y no la acepta como válida. No sé. Me han gustado mucho, como todo lo que escribes. Además de la hermosura del texto, estoy de acuerdo contigo en lo que dices y cuentas. Un abrazo.

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  2. Me adhiero al comentario de DC/Doctor en Historia, sobre la Epístola de la Educación subóptima de mi amigo Pepe Garrido, pues cualquier cosa que yo dijera al respecto, de ella, quedaría muy floja. Gracias a los dos por vuestra sapiencia, algo se me pegará, o eso espero. Saludos.

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